| S/17Ene | | Meana-Villanueva de Oca |
Y bien dicho las tierras de Trebiño porque fueron nada menos que siete los pueblos que reconocimos.
El primero fue Doroño, destino forzado porque el autobús no podía dar la vuelta en Meana. Descubrimos en Doroño que además de la urbanización hay un pueblo viejo y pequeño arroyo.
En Meana fuimos testigos de la lenta recuperación del pueblo asolado por un gran incendio; la reconvertida iglesia de San Miguel y varias casas más a la vera de su calle mayor, aún sin asfaltar. De aquí, nos internamos en un pasaje forestal, con encinas, quejigos y una repoblación de pinos que nos condujo a lo que fue el pueblo Lezana de Trebiño.
En la iglesia de Zurbitu almorzamos, pequeño pueblo este, con dos escuelas viejas y media docena de imponentes casonas. El hielo nos había salvado del barro, pero el sol de las 12 y los 50 metros por la finca sembrada no nos lo perdonaron, y entramos en Ocilla con medio kilo en nuestros tacones.
Paramos en la iglesia de san Juan Bautista de Ocilla y cogimos la carretera de Ladrera. En Ladrera contemplamos una bella iglesia rómánica casi en ruinas y el ruinoso monasterio.
A través de una oculta senda retomamos la pista de las faldas de Zaldiaran y entramos en Villanueva de la Oca, con su bonito lavadero y su coqueta iglesia.
Un estupendo día para conocer los pueblos más perdidos de Trebiño.