Según informan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las personas con afecciones médicas —entre las que se incluyen la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes— tienen un mayor riesgo de sufrir consecuencias más graves de la COVID-19. Un estudio realizado en el Reino Unido relacionó la obesidad, el tabaquismo y la inactividad física con la hospitalización por COVID-19. Por otra parte, un artículo publicado en Frontiers in Physiology describió la evidencia que respalda la actividad física y el ejercicio como una estrategia para mejorar la salud y minimizar los efectos de la COVID-19.
Los autores describen las evidencias que respaldan tres formas clave en las que la actividad física puede proteger contra las infecciones:
1. El ejercicio que aumenta el gasto energético puede ser una estrategia eficaz para perder peso. Un estudio muestra que hacer ejercicio durante 60 minutos en más de cuatro días a la semana puede resultar en una pérdida de aproximadamente un cuarto de kilo por semana.
2. La condición física cardiorrespiratoria está relacionada con el tejido adiposo visceral inferior (o depósitos de tejido graso situados alrededor de los órganos internos), y los niveles de condición física más bajos pueden aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular.
3. La inactividad se asocia con un deterioro de la salud metabólica, que incluye resistencia a la insulina, aumento de la adiposidad visceral y disminución de la masa muscular. Los autores señalan que, de acuerdo con las pautas de ejercicio, 150 minutos por semana de ejercicio moderado pueden reducir la prevalencia del síndrome metabólico.
Además, señalan que cuanto más ejercicio se realiza más se reduce la inflamación (y viceversa: cuanto menos ejercicio se realiza, más aumenta la inflamación), lo cual es importante, dado que la COVID-19 se caracteriza por una intensa respuesta inflamatoria. Los estudios han demostrado que ciertos marcadores inflamatorios que suelen producirse en exceso cuando el sistema inmunitario está combatiendo una infección tienden a ser más bajos en personas que hacen ejercicio con regularidad.
El estudio concluye que 150 minutos de actividad moderada es un buen objetivo inicial; consistiría en una base de entrenamiento continuo aeróbico y de intensidad moderada, combinada con cantidades y tipos apropiados de entrenamiento de resistencia y de intervalos de alta intensidad.
Los autores afirman que «sobre todo, el ejercicio proporciona múltiples beneficios para mejorar la salud del individuo, que asimismo pueden resultar favorables para reducir potencialmente el riesgo de infecciones; esto es relevante en la actualidad, considerando la situación de pandemia de COVID-19 que aún continúa en ausencia de una vacuna».