La salida de Meano fue un poco revuelta, condicionada por los magníficos chorizos y panes de este pueblo navarro. Enseguida nos encontramos con los enormes robles quejigos de la sierra.
Bajando por la calzada romana llegamos al Nacedero. Un lugar que pocos conocíamos y que es muy entrañable y bonito.
Antes de llegar a Kripan nos desviamos para ver el dolmen de Los Llanos con su bien definida forma en pasillo. La vuelta la hicimos por el arroyo Pilas, Los Casales y las huertas de Kripan.
En definitiva, una visita bastante completa a Kripan, no tan suave como aparentaba el perfil y con un día agradable.
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